– ¿Quién tendría la idea de hacer del Partenón un depósito de pólvora?
– ¡Alguien con pocas luces! Si impresiona ahora, imagina en su apogeo.
La plaza Monastiraki todavía no había despertado cuando la pisamos aquella mañana. Los primeros rayos de sol empezaban a despuntar en Atenas dando paso a la luz. Nos detuvimos y miramos a lo alto: la Acrópolis, coronando el horizonte, nos estaba esperando.
Así que respiramos hondo, cogimos aire y empezamos el ascenso que nos llevaría a uno de los lugares más ansiados de NUESTRO VIAJE (¡me atrevería incluso a decir que de mi vida!). Una sensación de cosquilleo me recorría el cuerpo e iba en aumento a medida que nos acerábamos. Las ganas hicieron que llegaremos en un tiempo récord, nuestros pies andaban solos. Queríamos visitar Atenas.
El haber madrugado esa mañana hizo que sólo tuviésemos que esperar escasos 10 minutos para entrar.
Un poco de historia
La Acrópolis de Atenas era, en su origen, una colina rocosa de 270 metros de longitud y 85 de anchura, situada 156 metros sobre el nivel del mar. No fue hasta la segunda mitad del siglo V a.C. que se transformó en uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes del mundo. Los edificios que hoy en día podemos visitar se construyeron gracias al dinero que Atenas exigía como tributo al resto de las ciudades griegas que estaban bajo su influencia.
Traducida literalmente como ‘ciudad alta‘, es visible desde varios puntos de la ciudad. Se trata de un lugar característico de la mayoría de las ciudades griegas que tenía una función defensiva. Además acogía los principales lugares de culto.
Visita a la Acrópolis de Atenas
¡Estábamos dentro! Y entramos por la puerta grande, por los Propileos, la entrada más monumental de la Acrópolis. Se accede a través de una ancha escalinata que en ese momento estaba prácticamente desierta (nada que ver con la estampa que encontramos a la vuelta). Construidos en mármol alrededor del 437 a.C., comprendían un edificio central que hacía las funciones de vestíbulo. Su fachada se proyectó como si fuera la de un templo, con hileras de columnas dóricas.
Reconocemos que queríamos aprovechar esos primeros minutos de calma y escasez de gente en nuestra visita a la Acrópolis. Por ese motivo, fuimos directos a la joya de la corona antes de que las aglomeraciones nos enturbiaran la visita. Más tarde volveríamos sobre nuestros pasos para contemplar todo lo que habíamos dejado de lado.
Poco después nos situamos delante del Partenón y mis ojos se empañaron de la emoción. Siglos de historia representados en ese icono que teníamos ante nosotros. A pesar de que tan sólo queda el esqueleto, se trata de uno de los principales templos dóricos mejor conservados.
El Partenón fue construido entre los años 447 y 432 a. C. Durante el paso de los años mantuvo su carácter religioso y fue iglesia bizantina, latina y una mezquita. Esto hizo que se conservara en muy buen estado. Sin embargo…
Además, en el siglo XIX los ingleses trasladaron al Museo Británico buena parte de las piezas del edificio. Hay quien dice que puede verse más Partenón en Londres que en Atenas.
Una vez superado este primer momento de euforia nos dirigimos a otro de los protagonistas de la visita a la Acrópolis de Atenas: el Erecteion. Este templo, construido entre 421 a. C. y 406 a.C, está constituido por varios santuarios. Tres de ellos estaban dedicados a los dioses Atenea, Poseidón y Hefesto. Los otros estaban dedicados a héroes y reyes de Atenas.
Mencionamos esto porque el resultado es una estructura algo caótica, diferente a la de los templos griegos convencionales. Además, el terreno en el momento de la construcción era muy irregular y la tradición no lo permitía nivelar. ¿Resultado? los lados norte y oeste están situados cerca de 3 metros más bajos que los lados sur y este.
Así mismo en el Erecteion encontramos el famoso pórtico de las Cariátides. ¿Cuántas veces lo hemos estudiado? Tal es su importancia que todos sabemos gracias a esta construcción que las columnas formadas por estatuas de mujeres reciben este nombre. Las que encontramos in situ actualmente son réplicas. Cinco de las originales se encuentran en el Museo de la Acrópolis. ¿Y la sexta? En el Museo Británico. ¿Dónde sino?
En ese momento la aglomeración de personas en el recinto era considerable. El calor sofocante y el viento que azotaba en lo alto de la colina combinados con los cientos de personas que seguían las instrucciones de un guía como rebaños no nos lo estaban poniendo fácil. La visita a la Acrópolis de Atenas tiene una cara menos amable. Aun así, seguimos la visita con la mejor de nuestras sonrisas. ¡Que no decaigan los ánimos!
Paseando por el recinto y volviendo sobre nuestros pasos visitamos puntos de interés no tan conocidos pero igual de importantes. Llegamos al teatro de Odeón de Herodes Ático, muy próximo a la entrada principal. Con una capacidad de 5.000 espectadores, se conserva en buen estado y alberga actualmente el Festival de Verano de Atenas, un espectáculo de música, teatro y danza. Y muy cerquita encontramos otra joya que ofrece la visita a la Acrópolis de Atenas: el templo de Atena Nike.
Esta pequeña construcción, actualmente fielmente restaurada, conmemora la victoria ateniense sobre el ejército persa en la Batalla de Salamina.
Museo de la Acrópolis
Nuestra siguiente parada era el Museo de la Acrópolis. Teníamos ganas de ver las piezas reales que no se exponen en el yacimiento (y ganas de volver a disfrutar el aire acondicionado). Se trata de un museo muy diáfano que guarda verdaderas joyas que bien merecen los 5€ de la entrada.
En el primer nivel encontramos 5 cariátides originales del Erecteion. Están colocadas en la misma ubicación que tenían en el templo y son una parada obligatoria.
Pero más espectacular nos pareció el nivel dedicado al Partenón. Los espacios tienen las mismas dimensiones y están orientados iguales que el templo original. Las esculturas del Partenón se muestran en todo su esplendor, en su mismo orden y ubicación. En esta sala es muy fácil imaginarse la magnitud y belleza del Partenón en todos sus aspectos y no sólo de su estructura. Se pueden apreciar de cerca los detalles de los frisos, de las esculturas…
Recorriendo Atenas a pie
Nuestros pasos nos llevaron a recorrer la calle Ermou, una de las principales arterias comerciales de Atenas. No en vano, debe su nombre a Hermes, el antiguo dios del comercio. Es un agradable paseo por una zona peatonal que lleva hasta la famosa Plaza Sintagma. Pero antes tienes que pasar por la iglesia Kapnikarea, un templo bizantino con una fachada y estructura muy coquetas.
Seguimos nuestro camino hasta una de las sorpresas del día: el Jardín Nacional. Con una superficie de más de 160.000 metros cuadrados, albergan centenares de plantas y árboles diferentes procedentes de todo el mundo. Además tiene un pequeño estanque y zonas para resguardarse del sol.
¿Próxima parada? El Estadio Panatenaico, el estadio donde se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de nuestra era, en 1896. Se puede visitar por el módico precio de 3€ y pasear por las gradas de mármol en las que siglos atrás los espectadores disfrutaban del espectáculo. Sin embargo, nosotros nos conformamos con verlo desde la entrada.
Nuestro paseo a pie por Atenas nos llevó hasta el Templo de Zeus. Como su propio nombre indica, fue un templo dedicado a Zeus y destaca por su grandiosidad. Medía 96 metros de largo y 40 metros de ancho, con 104 columnas corintias de 15 metros de altura, de las que hoy sólo se conservan 15.
En su momento se trataba del templo más grande de toda Grecia y las columnas que se mantienen en pie evocan esa época de majestuosidad de la Atenas clásica.
Nuestra última parada del día era la Puerta de Adriano. Para entender su importancia, primero tenemos que hacernos la pregunta de quién fue Adriano. Adriano era un emperador romano enamorado de la cultura griega. No dudó en viajar a Grecia y levantar o restaurar edificios del país. Entre otras hazañas, construyó el primer acueducto de Atenas.
Por ese motivo, como muestra de agradecimiento, los atenienses construyeron esta puerta al noroeste del templo que separaba la antigua ciudad griega de las nuevas construcciones de Adriano.
Habíamos descubierto que Atenas es mucho más que la Acrópolis. Estábamos conociendo una ciudad con historia en cada rincón, pero también moderna y muy agradable. Nuestro plan para el resto del día era perdernos. Perdernos por el bucólico barrio de Plaka, por las callejuelas de Monastiraki. Nos gusta cumplir con nuestros deberes y luego disfrutar y dejarnos sorprender, siguiendo nuestro instinto.
Un paseo nocturno por los alrededores de la Acrópolis de Atenas ponían el broche final a la jornada. Queríamos guardar en la retina esa preciosa imagen de los templos iluminados en la inmensidad de la noche. Sin prisas, sin preocuparnos por conseguir la mejor fotografía. Solo nosotros y esos templos milenarios que nos invitaban a soñar.
¡Buen viaje!
Información útil
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2 comments
Hola Marta y Pau.
Enhorabuena por vuestro post.
En junio queremos ir a Atenas y vuestros consejos e información nos serán muy utiles. Al igual que vosotros nos apasiona viajar y perdernos por callejuelas para descubrir rincones ocultos.
Un saludo y que la vida se os llene de viajes.
Dolo y Borja
Hola Dolors,
¡Muchas gracias por leernos y escribirnos! 🙂
¡Qué bien que compartamos esta bonita afición. Esperamos que disfrutéis de Atenas tanto como nosotros. Si tienes alguna duda más concreta puedes consultarnos sin problema. ¡Qué llegue prontito junio! 😉
Un saludo para ambos!