– ¿Tú estás seguro de que este autocar nos lleva a Fira? ¿Quieres hacer el favor de preguntar?
– ¡No voy a preguntar! ¡Seguro que es éste!
– Pues hemos vuelto al aeropuerto de Santorini, no sé cómo lo ves…
La mañana amaneció temprano, pero sin prisa. Las últimas horas en Atenas antes de seguir NUESTRA RUTA y dar el salto a las Islas Griegas iban a ser relajadas, lentas, sentidas. Queríamos andar por el mero placer de caminar sin rumbo. Seguir nuestro instinto y dejarnos sorprender en los diferentes rincones de Atenas.
Queríamos mirar con ojos curiosos y nos pusimos a explorar los alrededores del hotel. Donde se podía ver cierta dejadez o suciedad y edificios destartalados, nosotros vimos arte. ¡Nos encantan las muestras de arte callejero! No podemos evitar pararnos a hacer fotos con esos colores tan vivos.
Kerameikos
Nuestros pasos nos llevaron hasta encontrarnos con uno de los más curiosos rincones de Atenas, llamado el Kerameikos, «El Cerámico«. Como su nombre deja entrever, en esta zona se situaban los talleres de los alfareros. Nosotros fuimos atraídos porque en ese lugar se encuentra la mayor necrópolis de toda Grecia, surgida en el siglo XI a.C.
El que en su momento fue el cementerio más importante de Atenas permaneció enterrado hasta 1862. Actualmente se pueden ver los restos de algunas lápidas.
Barrio de Plaka
Teníamos que volver al barrio de Plaka. ¡Cómo no hacerlo! ¡Con el encanto que tiene! Y aunque parezca mentira, después de dos días, todavía encontramos nuevos rincones de Atenas. Fue así como llegamos ante la Catedral Católica de Atenas (confesamos que no sabíamos ni que existía).
Seguimos callejeando y volvimos a acercarnos al mirador de la Acrópolis. ¿Se nota que nos encanta ese lugar? Pero esta vez no hay foto, no sacamos ni la cámara. Era nuestro último contacto con esos templos milenarios, nuestro momento, sin interferencias.
Sólo nos quedaba comer un gyros rápido e ir al aeropuerto.
Llegada a Santorini
¡Mi primera vez en un avión de hélices! Tenía dudas sobre el vuelo después de ver avión, pero no pudo ir mejor. Por la poca diferencia de precio con el ferry, escogimos el avión para llegar a Santorini. Después de 45 minutos y una pequeña siesta, por fin pisábamos las islas griegas.
Cogimos un autobús público que nos llevó hasta Fira. Habíamos reservado tres noches en el Hotel Santorini. Dejamos el equipaje en la habitación y nos fuimos a descubrir la considerada capital de Santorini.
No mentimos, nuestro primer contacto no fue cómo esperábamos. Nos habíamos dejado la carpeta con la ruta y reservas del hotel en el avión; el autobús que nos llevó a Fira dio un rodeo enorme y tardamos más de lo esperado en llegar. Una mala combinación que hizo que estuviésemos un poco tensos.
Pero todas las malas vibraciones se fueron cuando nos sentamos a contemplar una de las puestas de sol más bonitas de Santorini. El mar, la caldera del volcán, la iglesia con su cúpula azul… ¿qué más podíamos pedir? Compartimos un momento de silencio, de contemplación. La primera puesta de sol en las islas griegas.
Esperamos hasta que el sol se hubiese escondido por completo. Después de esto empezamos a ver la isla de otra manera. Nuestra mal humor se fue con el último rayo de sol.
¡Buen viaje!
Información útil
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*Fotografía Kerameikos – Wikipedia
1 comment
lHola! Lo que comentan de Kerameikos pasa porque a veces los sitios arqueológicos no tienen una buena infografía/cartelería que invite a la interpretación del sitio, yo que soy arqueóloga me fascina hasta el más mínimo resto arqueológico pero bueno siempre hay que pensar en todos los públicos. Saludos!!